Espacio público: 6 ideas para revitalizar los barrios el día después de la
COVID-19
Alrededor de mil millones de personas en el mundo residen en
asentamientos informales donde es difícil suplir sus necesidades fundamentales.
En este periodo de aislamiento frente a la crisis sanitaria producida por el
COVID-19, los barrios informales que comúnmente tienen una mayor ocupación del
espacio público —utilizado comúnmente como medio para el intercambio social y
comercial— van a experimentar fuertes cambios en sus dinámicas barriales. La
pandemia golpeará también con más fuerza a los barrios más vulnerables del
mundo, en áreas con agua y saneamiento inadecuado, poca o ninguna gestión de
residuos y acceso limitado a instalaciones formales de atención médica (ONU-Habitat 2020).
En el periodo de la emergencia sanitaria, hemos visto que
muchas ciudades de América Latina y el Caribe (ALC) han firmado decretos
municipales para cerrar los espacios públicos y han adoptado medidas
preventivas para reducir al máximo la circulación, el encuentro e intercambio.
Frente a las repercusiones locales de la pandemia, cabe preguntarse no sólo
sobre el rol del espacio público en el resguardo de la salud durante la etapa
de la emergencia, sino también las oportunidades que se configuran en la etapa
de la reactivación social, económica y cultural una vez que los barrios
comiencen la transición al libre movimiento. Sin duda, este es un periodo para
preparar a los espacios públicos mediante intervenciones socio-ambientales
que contribuyan a la equidad, la integración y la reactivación barrial.
Las intervenciones en el espacio público son herramientas
colectivas para compensar la escasez individual, ofreciendo oportunidades a
diversas escalas, inspirando el intercambio comunitario, entregando mecanismos
de desarrollo emocional y cognitivo, de conciencia ambiental, y de otras
cuestiones relacionadas al bienestar común. Ubicar al espacio público como área
de intervención estratégica para la reactivación, abre un nuevo rango de
posibilidades que podrían ayudarnos a responder las siguientes preguntas: ¿Cómo
podemos reactivar y mejorar la calidad de vida en los asentamientos informales
mediante intervenciones en el espacio público? ¿Cómo convertimos esta crisis en
una oportunidad para situar en el centro de la agenda urbana la calidad de
producción del espacio social?
Promover nuevos liderazgos para la recuperación
Frente a emergencias de gran envergadura, la resiliencia de
las comunidades se determina por la capacidad de organización, de desarrollo de
una visión compartida de las necesidades de los barrios y del surgimiento de
liderazgos para conducir estrategias de intervención sostenibles. La densidad y
complejidad de los barrios informales requiere prestar especial atención en la
identificación de las necesidades específicas de la población, por ejemplo jóvenes, adultos mayores y niños. Trasladar esta
información al mapa, donde muchas veces no existen datos oficiales, es
fundamental para visibilizar las áreas más vulnerables en el territorio, como
por ejemplo dónde se encuentra la población de mayor riesgo de mortalidad o
dónde hay menor acceso a oportunidades médicas y sanitarias.
En este proceso, el involucramiento temprano de las
comunidades, tanto en la identificación como en la priorización de acciones
críticas es una herramienta valiosa para dar respuesta a crisis inminentes como
la sanitaria. Por ejemplo, el Programa de Revitalización de Barrios e
Infraestructura Patrimonial Emblemática (PRBIPE) de la Subsecretaría de
Desarrollo Regional y Administrativo y el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID) en Chile, que ha lanzado un Fondo de Innovación para el Desarrollo
Comunitario en el barrio Yungay (Municipalidad de Santiago), que financia
iniciativas presentadas por vecinos con liderazgo para priorizar respuestas
comunitarias a la crisis del COVID-19.Otro ejemplo interesante es el Kibera Public Space
Project en Kenia. Como proyecto de desarrollo social y comunal, extiende una
infraestructura que cubre educación, salud, sanidad y acceso a agua de manera
equitativa. La misma funciona como catalizador de cambios culturales, a la vez
que capacita vecinos para que se involucren en la comunidad mediante una serie
de talleres que los entrenan para el liderazgo, emprendimiento y construcción.
En el periodo de reactivación, después de la emergencia
sanitaria, la capacitación de vecinos y la provisión de plataformas para una participación activa puede ayudar a fortalecer la capacidad
de respuesta ante las crisis. Formar líderes comunitarios es indispensable para
contar con voces creíbles para los residentes de los barrios. Los mismos pueden
ser canales de comunicación rápida y eficaz para transmitir protocolos
sanitarios de prevención, así como proveer asistencia social de emergencia y
brindar apoyo psicológico.
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